martes, 16 de octubre de 2012

LA ARQUITECTURA Y EL CONFORT AMBIENTAL

Las condiciones que caracterizan un medio ambiente como “confortable”  se deben establecer en  términos sociales, históricos y geográficos.

Por ejemplo, las condiciones ambientales tales  como la  temperatura del aire,  de las paredes,  la humedad y  la circulación del aire de un palacio italiano renacentista, calentado por medio de chimeneas durante el invierno, eran consideradas perfectamente satisfactorias por un hidalgo del siglo XV, mientras que hoy día serían consideradas como  inaceptables.

En tal sentido podemos afirmar que el concepto de confort, cambia de acuerdo con las épocas, las regiones y las distintas clases sociales.

Si examinamos las plantas de las casa coloniales venezolanas, notaremos una preocupación por  resolver los problemas ambientales. Los largos muros de las fachadas estaban, por lo general defendidos del sol y de la lluvia por anchos aleros y, mejor aún, por salientes balcones de madera como podemos observar en La Guaira y Puerto Cabello. Los grandes corredores alrededor de los  patios y los que sirven de fachadas a nuestras viejas casas de haciendas, fueron hechos sin idea preconcebida de recargar la arquitectura ni de buscar un efecto puramente plástico, sino de crear simplemente zonas de reposo y sombra. Los macizos predominaban sobre los vanos y los múltiples postigos de madera de las ventanas permitían graduar la luz, favoreciendo al mismo tiempo la ventilación.

Esa búsqueda constante que preside nuestra arquitectura, de defenderse contra el sol, la lluvia y la deslumbrante luz de los trópicos es la que entendió el maestro, el arquitecto Carlos Raúl Villanueva cuando afirma  “porque al utilizar funcionalmente los materiales propios, nuestra arquitectura no fue concebida únicamente para el hombre, sino también para un clima y una luz mas definidos, realizando así una armoniosa unidad con el paisaje que nos rodea”

Entonces deberíamos entender  la arquitectura como un producto de múltiples determinantes: condiciones del sitio, circunstancias históricas,  políticas y económicas, disponibilidad de recursos energéticos, tecnológicos y materiales, condiciones sociales y  culturales. Donde  las variables climáticas  tienen que incluirse en estas determinantes, no olvidando que adquieren un relieve muy diferente en cada caso. Al no considerarlas en la justa medida encontramos tipologías similares de edificios en áreas de condiciones climáticas bastantes diferentes o caso contario  se pueden encontrar, en la misma área climática, diferentes tipos de construcciones dándole al factor climático diferentes grados de importancia.

Debemos  examinar con más cuidado, en el momento que empiece el proceso creativo, las características no solo morfológicas o estructurales si no también se deben  tomar en consideración la localidad climática,  en dónde se planifica construir el edificio, su orientación, el sol, el viento, para lograr reducir al mínimo las dispersiones térmicas a través de las ventanas, muros, pisos, y  los materiales.

Siendo necesario retomar el concepto de  patios y corredores, aceras techadas o terrazas apergoladas, la protección de los aleros, romanillas, persianas, quitasoles o brise-soleil, la defensa de los calados, el alivio de la ventilación cruzada y los enrejados, que  atenúen el rigor vertical del sol, la insistencia del calor, el resplandor del cielo y de las nubes, que  protejan de la lluvia y en armonía  con la vegetación, otorguen la libertad de ver y caminar brindándole   cobijo, protección y resguardo al usuario dándole sentido a la definición de “confort”, donde se incluyen valores  estéticos y psicológicos como la calidad de la luz, la vegetación, el paisaje, la seguridad y el  prestigio.

A mi manera de ver; la  vivienda en su sentido amplio, es un conjunto de espacios organizados para satisfacer las necesidades de un grupo humano –familia – catalizando asperezas y estimulando la unión de la misma. Debería ser un refugio que libere al hombre de las cargas exteriores, hasta tanto estas como fenómenos de vida urbana, no regresen  a los niveles que pudiéramos llamar normales o admisibles, higienizándolo mentalmente, eliminando influencias inquietantes y perturbadoras… la angustia. En definitiva un espacio donde se viva con “un verdadero confort”.


ARQ. INGRID SUAREZ INFANTE
VICEPRESIDENTE DE ESTADÍSTICA CAMINCAR


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