Por ejemplo, las condiciones ambientales
tales como la temperatura del aire, de las paredes, la humedad y
la circulación del aire de un palacio italiano renacentista, calentado
por medio de chimeneas durante el invierno, eran consideradas perfectamente
satisfactorias por un hidalgo del siglo XV, mientras que hoy día serían
consideradas como inaceptables.
En tal sentido podemos afirmar que el
concepto de confort, cambia de acuerdo con las épocas, las regiones y las
distintas clases sociales.
Si examinamos las plantas de las casa
coloniales venezolanas, notaremos una preocupación por resolver los problemas ambientales. Los largos
muros de las fachadas estaban, por lo general defendidos del sol y de la lluvia
por anchos aleros y, mejor aún, por salientes balcones de madera como podemos
observar en La Guaira y Puerto Cabello. Los grandes corredores alrededor de los
patios y los que sirven de fachadas a
nuestras viejas casas de haciendas, fueron hechos sin idea preconcebida de
recargar la arquitectura ni de buscar un efecto puramente plástico, sino de
crear simplemente zonas de reposo y sombra. Los macizos predominaban sobre los
vanos y los múltiples postigos de madera de las ventanas permitían graduar la
luz, favoreciendo al mismo tiempo la ventilación.
Esa búsqueda constante que preside
nuestra arquitectura, de defenderse contra el sol, la lluvia y la deslumbrante
luz de los trópicos es la que entendió el maestro, el arquitecto Carlos Raúl
Villanueva cuando afirma “porque al
utilizar funcionalmente los materiales propios, nuestra arquitectura no fue
concebida únicamente para el hombre, sino también para un clima y una luz mas
definidos, realizando así una armoniosa unidad con el paisaje que nos rodea”
Entonces deberíamos entender la arquitectura como un producto de múltiples
determinantes: condiciones del sitio, circunstancias históricas, políticas y económicas, disponibilidad de
recursos energéticos, tecnológicos y materiales, condiciones sociales y culturales. Donde las variables climáticas tienen que incluirse en estas determinantes,
no olvidando que adquieren un relieve muy diferente en cada caso. Al no
considerarlas en la justa medida encontramos tipologías similares de edificios
en áreas de condiciones climáticas bastantes diferentes o caso contario se pueden encontrar, en la misma área climática,
diferentes tipos de construcciones dándole al factor climático diferentes
grados de importancia.
Debemos examinar con más cuidado, en el momento que
empiece el proceso creativo, las características no solo morfológicas o
estructurales si no también se deben
tomar en consideración la localidad climática, en dónde se planifica construir el edificio,
su orientación, el sol, el viento, para lograr reducir al mínimo las
dispersiones térmicas a través de las ventanas, muros, pisos, y los materiales.
Siendo necesario retomar el concepto
de patios y corredores, aceras techadas
o terrazas apergoladas, la protección de los aleros, romanillas, persianas,
quitasoles o brise-soleil, la defensa de los calados, el alivio de la
ventilación cruzada y los enrejados, que atenúen el rigor vertical del sol, la
insistencia del calor, el resplandor del cielo y de las nubes, que protejan de la lluvia y en armonía con la vegetación, otorguen la libertad de ver
y caminar brindándole cobijo, protección y resguardo al usuario
dándole sentido a la definición de “confort”, donde se incluyen valores estéticos y psicológicos como la calidad de la
luz, la vegetación, el paisaje, la seguridad y el prestigio.
A mi manera de ver; la vivienda en su sentido amplio, es un conjunto
de espacios organizados para satisfacer las necesidades de un grupo humano
–familia – catalizando asperezas y estimulando la unión de la misma. Debería
ser un refugio que libere al hombre de las cargas exteriores, hasta tanto estas
como fenómenos de vida urbana, no regresen
a los niveles que pudiéramos llamar normales o admisibles,
higienizándolo mentalmente, eliminando influencias inquietantes y
perturbadoras… la angustia. En definitiva un espacio donde se viva con “un
verdadero confort”.
ARQ. INGRID SUAREZ INFANTE
VICEPRESIDENTE DE ESTADÍSTICA CAMINCAR
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